Una de las primeras tareas del próximo Secretario de Educación será adquirir un lote de “erotómetros” que, como sugiere su nombre, medirán con certeza el grado de erotización de los actos culturales de colegios públicos y privados de la ciudad.
El aparato indicará si hay erotismo presente en estos eventos y si es propio de adultos o es adecuado para niños y niñas.
Se espera que en un musical, obra de teatro o acto de declamación, se alerte sobre “actos que incidan en la erotización” o de alguna “forma de exacerbación del erotismo en niñas y niños”, es decir, de “poses, actitudes y comportamientos propios del erotismo adulto”.
El erotómetro prestará invaluable apoyo a los mismísimos rectores que eliminarán los actos impúdicos de la obra, con tal de cumplir el Acuerdo que acaba de aprobar el Concejo Distrital por 16 votos, el total de concejales presentes.
El Acuerdo, que sufrió una cirugía drástica luego del polémico proyecto inicial que prohibía y sancionaba los “bailes sexuales o eróticos”, ahora no se limita a estas manifestaciones, sino a cualquier “acto que incida en la erotización”.
Si, a pesar de la alerta del erotómetro, la escuela permite la presentación cultural, la Secretaría de Educación deberá…
No se sabe qué deberá hacer, porque aunque el acuerdo la obliga a vigilar, no queda claro su accionar. ¿Sancionar al rector? ¿Al profesor de artística? ¿Suspender a los estudiantes? ¿Denunciar a los padres de familia?
Lo que sí se espera de la Secretaría es que los erotómetros sean calibrados y puestos en modo Caribe, para que no se descontrolen con el movimiento de caderas del Bullerengue, danza de erotismo y fertilidad. O que se fundan ante la primera sacudida de un Mapalé, o en el baile de la Pava Echá, tradicional de los cantos de tambora. Ni mencionar a la Champeta o el Reguetón. ¿Se quedarían los colegios sin comparsas para las Fiestas de Independencia?
Pero surgen más dudas. No se sabe qué marcaría erotómetro si lo ponemos a medir la dramatización de algún episodio bíblico, digamos el Cantar de los Cantares: “7:7 Tu estatura es semejante a la palmera, Y tus pechos a los racimos. 7:8 Yo dije: Subiré a la palmera, Asiré sus ramas. Deja que tus pechos sean como racimos de vid, Y el olor de tu boca como de manzanas”.
No faltará quien diga, para dañar el negocio de los erotómetros, que es más efectiva una educación sexual idónea para frenar embarazos tempranos; que el Concejo no es competente, o que el Acuerdo vulnera derechos fundamentales como el libre desarrollo de la personalidad, la autonomía educativa, la libertad de expresión artística, y el principio democrático. Nunca faltarán los aguafiestas.
*Columna publicada en El Universal el 4 de diciembre de 2015
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