Planear la cultura

“Donde la brisa nos trae el perfume fresco de la sabana, allí está Sahagún”, un municipio de poco más de 100 mil habitantes, tierra de prolíficos artistas como Remberto Martínez, compositor de este Canto a Sahagún.

Fundado hace 243 años, hacía parte de la extensa Provincia de Cartagena de Indias. Con la creación del departamento de Córdoba en 1952, fue segregado de Bolívar e incorporado al nuevo ente territorial.

Tiene entre sus mejores nativos a destacados escritores, pintores, investigadores, músicos, artistas escénicos y un Festival Nacional de Cultura que llega este año a su edición 49; este lustre lo han opacado actos de corrupción de algunos de sus políticos.

A finales de los años 60, un movimiento cultural liderado por docentes y gestores comenzó a convocar a los mejores grupos de teatro y danza del país. Décadas más tarde siguen pasando por la “Ciudad Cultural” expresiones artísticas de todas las regiones que congregan masivamente al pueblo.

Es sede de un encuentro internacional de cuentería, festival de acordeoneros y compositores, encuentro de declamadores, de artistas plásticos, festivales de gaita, y tiene dos de las mejores bandas de viento de la región. Sin embargo, en Sahagún no hay un responsable de cultura en la administración municipal.

Por insistencia de gestores y artistas, la Alcaldía convocó a la formulación de un plan decenal de cultura que fue presentado la semana pasada. Un plan que contribuye a orientar las decisiones e inversión de los gobernantes a medio y largo plazo, y que plasma las expectativas, visiones y prioridades de la comunidad.

El “Plan de Desarrollo Cultural 2020 – 2030. Sahagún Ciudad Cultural” fue construido participativamente bajo el enfoque cultural del desarrollo. Algunos de sus retos son crear la instancia cultural pública, fortalecer la formación artística, construir un gran complejo para las artes y activar el sistema de cultura fomentando la participación.

Este esfuerzo sobresale ya que en la región Caribe, que se conozca, sólo Santa Marta tiene un plan decenal vigente. Cali, Medellín y Bogotá son también ciudades con planeación cultural a 10 años y el Mincultura iniciará este año la actualización del Plan Nacional que tuvo vigencia hasta 2010.

Cartagena ha intentado desde lo público, la academia y la ciudadanía impulsar políticas a medio y largo plazo que no han llegado a concretarse. Sería oportuno que la nueva administración recoja esos insumos (entre ellos Pensar Cultura de la UTB) y convoque a la formulación participativa de un plan decenal. Además de necesario, se ha hecho urgente para darle un manejo integral y sostenido al quehacer artístico y a la gestión de la cultura de la ciudad.

*Publicado en El Universal, 28 de febrero de 2020.

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Equidad de género y cultura

Mujer trabajadora. foto: Gina Ruz.

Terminó el mes de la mujer y, una vez más, vimos la trivialización del 8 de marzo, que parece ya uno más de los días creados por el comercio para vender, y en el cual se agradece a las madres, hermanas y amigas lo bondadosas, bonitas y sufridas que son.

Muchos y muchas aún desconocen que es una fecha nacida de las luchas y reivindicaciones de las mujeres en el mundo para visibilizar sus derechos y como homenaje a las miles que han muerto y siguen muriendo por defenderlos.

La violación a los derechos de las mujeres no pasa sólo en África. Pese a los logros de las últimas décadas, persisten en el mundo la discriminación y la inequidad. Lo vemos a diario en las noticias, y así lo reflejan los recientes informes de diversas organizaciones internacionales.

El Informe sobre Desarrollo Humano 2013 del PNUD sostiene que no basta el crecimiento económico de los países. Se requieren, además de políticas a favor de los pobres, inversiones en las capacidades de las personas. Y para sostener el impulso del desarrollo, se debe propiciar la equidad, que incluye la dimensión de género.

Muchos países han elevado sus índices de Desarrollo Humano –que miden variables como la educación y la salud– pero sin incluir las dimensiones de equidad y justicia, eso no es desarrollo. El Índice de Desigualdad de Género, por ejemplo, muestra a Colombia en el puesto 88 entre 148 países; en América Latina ocupa el lugar 11, por debajo de países como Cuba, México, Perú, El Salvador, Ecuador y Brasil. A esta deshonrosa clasificación contribuyen la tasa de mortalidad materna (92 por 100 mil nacidos vivos), la tasa de fecundidad adolescente (68,1 nacimientos por 1.000 mujeres de 15 a 19 años) y la baja participación de mujeres en el Congreso Nacional (13,6 %).

En cuanto a educación, las cifras sobre población de 25 y más años con educación  secundaria completa son favorables a las mujeres (43,8 % vs 42,4 % para hombres), pero la tasa de participación laboral femenina es muy inferior (55,8 %) a la masculina, que es de 79,7 %.

En Colombia estamos lejos de cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio a 2015 en cuanto a indicadores para las mujeres. Y ya que parte de esta realidad obedece a costumbres patriarcales arraigadas y a prejuicios y creencias socioculturales, valdría la pena, además de introducir políticas que amplíen los derechos femeninos, insistir en la cultura como motor para el desarrollo, el logro de la equidad de género y la paz.

Urge trabajar en un cambio cultural para transformar actitudes y conductas, pues está demostrado que la cultura influye en la toma de decisiones en la familia y otras esferas, como el acceso a los recursos económicos y las relaciones de poder dentro de la sociedad.

* Columna publicada en El Universal, el 5 de abril de 2013.

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