Uno de los avances teóricos más sugestivos del mundo actual es el que, a partir de la evolución de los conceptos de cultura y desarrollo, entiende la cultura como dimensión fundamental del desarrollo humano sostenible y como recurso extraordinario para la inclusión social y productiva.
Además de los aportes que se hacen desde la cultura a la economía y a la construcción de ciudadanía, se ha demostrado que impulsar las industrias culturales y creativas propias, poniendo en valor los activos culturales locales, y respetando y promoviendo la diversidad, es una oportunidad para alcanzar ese desarrollo sostenible.
Así cobra importancia el emprendimiento cultural, entendido no como la “mercantilización” de la cultura que a muchos causa escozor, sino como la apropiación y representación de los valores simbólicos de una sociedad en bienes y servicios culturales. Estos emprendimientos (no necesariamente vinculados al mercado) se basan en el riesgo, la creatividad y la innovación con el propósito de consolidar una vocación, idea de negocio, empresa o colectividad identitaria.
Durante los últimos años se han desarrollado en Cartagena actividades de impulso al emprendimiento cultural: Cartagena Emprende Cultura, las Iniciativas Culturales: Diseño, confección y Comercialización de Vestuario y Utilería Festiva; Arte y Calle y Lompley; el Mercado Cultural del Caribe; y el Laboratorio de Investigación e Innovación en Cultura y Desarrollo -L+iD-, entre otras.
En una ciudad donde se suele anteponer el trabajo individual y los intereses personales y gremiales al trabajo en equipo, de este esfuerzo se ha aprendido que los aportes colaborativos, la articulación a procesos de ciudad, la suma de recursos disponibles, la identificación de propósitos comunes, permiten resultados con mayor impacto y calidad.
¿Retos? Muchos, el primero de ellos la necesidad de continuar el acompañamiento a los emprendimientos y reforzar los eslabones débiles en su cadena productiva. El más importante es la falta de articulación con la demanda, y en esto los promotores, empresarios y operadores de eventos y turísticos tienen una gran deuda: pese a la riqueza y diversidad de la oferta cultural de la ciudad, y siendo Cartagena permanente escenario de importantes eventos, muy poco se contrata a los artistas y prestadores de bienes y servicios culturales locales, tal vez por falta de confianza o mero desconocimiento.
¿Cómo superar estos y otros cuellos de botella? Las instituciones que trabajan articuladamente en estas experiencias (el Centro de Formación de la Cooperación Española, el L+iD de la Universidad Tecnológica de Bolívar, la Cámara de Comercio, la Corporación Cabildo y su Mercado Cultural del Caribe, sumándose ahora la Corporación Turismo Cartagena de Indias), han acordado suscribir un memorando de entendimiento para el fortalecimiento de los emprendimientos y el turismo cultural.
Se pretende implementar un plan de acción para la cualificación de la oferta y los circuitos comerciales (productos, grupos, rutas), formación y acompañamiento artístico, administrativo, técnico y financiero, articulación con la demanda (acuerdos, negociaciones, ferias, mercados) y divulgación.
Estos esfuerzos deben llevar hacia una política pública que posicione la cultura como eje del desarrollo local, dándole a artistas y gestores capacidades y oportunidades para que accedan a una ocupación digna, ingresos estables, sostenibilidad de sus emprendimientos, y con mayor inversión pública y privada para uno de los principales patrimonios de la ciudad: su riqueza cultural.
* Columna publicada en El Universal, el 2 de noviembre de 2012.
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